Esta cita no es de un libro nuevo. Pero igual me parece que está vigente:
“La vida religiosa no es modelo de vida cristiana, de santidad o de caridad; es más bien un signo. No sólo el religioso y la religiosa, en cuanto tales, no son mejores que sus hermanos y hermanas en Cristo, sino que ni siquiera la vocación religiosa significa que sea el modelo único o la más perfecta realización del evangelio. En otras palabras, lo que cuenta no es que se imite a los religiosos, sino que se los mire como un signo de que el pueblo de Dios no tiene aquí, en la tierra, su ciudad permanente, sino que está en camino hacia la ciudad futura. El ardor de la lucha por la justicia implica el riesgo de olvidar lo esencial. De ahí la necesidad de ese signo, dado por el Espíritu para que se irradie e indique el sendero pascual, que es el único camino para la salvación del hom-bre. La vida religiosa, más que una solución es un memorial del evangelio ofrecido a los hombres que buscan la ciudad de Dios. La vida religiosa le recuerda incesantemente al pueblo de Dios el sentido de su existencia, de su camino pascual –en presencia del resucitado- haya una tierra y unos cielos nuevos”.
(Peter H.Kolvenbach, Fieles a Dios y al hombre, Ed.Paulinas, 1991, pg.160)
sábado, 31 de octubre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
Por qué el hábito
Creo que muchas hermanas han dejado de usar hábito porque lo veían como un signo que ellas no querían transmitir: separación, ponerse en evidencia como ‘personas especialmente entregadas a Dios’ mejores que los demás…
No he querido quitármelo –y no es que me asuste andar sin él- porque creo que sigue siendo válido como signo, actualizado -también el modelo- al hoy:
No creo que haya nadie, gracias a Dios, que hoy piense que los religiosos somos mejores que nadie (más bien al contrario, algunos creen que somos muy hipócritas), o sea que no hay ningún peligro de que pueda estar haciendo ostentación de ello. Más bien, creo que al llevar hábito lo que anuncio es que hay personas –una yo-, compañeros de camino, que intentamos centrar nuestra vida, de modo exclusivo, en la búsqueda de Dios, en el seguimiento de Jesús, y su deseo de formar un verdadero mundo de hermanos.
Pongo ‘intentamos’ porque es así: No es que lo logremos, sino que a veces estamos bastante lejos de eso, pero tratamos entonces de volver a empezar.
Por eso, ahora usar hábito es un riesgo. Porque, por un lado, tus hermanos religiosos te ven perimido o antiguo; y por otro, estás expuesto y todos pueden ver que muchas veces fallás en el intento.
Pero creo que esos riesgos –y mucho más en la causa de un Dios que es pura Misericordia- ¡valen la pena!
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